Disfrutando con mi morra a la salida de la escuela en casa de sus padres

Ya llevábamos más de seis meses saliendo y nomás no encontrábamos dónde coger y desfogar esas ansias sexuales tremendas que sentíamos cada vez que nos íbamos detrás del taller de electricidad para fajar mientras mis cuates nos echaban aguas. Por mí, me la hubiera garchado ahí mismo, estaba desesperado por probar su monita deliciosa que olía chingón a sexo cuando la dedeaba sobre el calzón, pero ella se agüitaba y no quería que se la metiera ahí, incómodos. Por suerte su jefa se metió a chambear en una casa privada en las mañanas y ahora nos vamos de pinta dos veces por semana para machetearle a gusto en su casa y exprimirle la papaya con mi verga con tanta prisa que no nos quitamos el uniforme.