Exprimiéndole los jugos de papaya a esta insaciable casada infiel

La conocí por medio de la aplicación de Tinder y me clavé con
ella en cuanto me mandó un delicioso pack presumiéndome sus tetas morenas que
estaban para arrancárselas a mordidas de lo antojables que se veían. La invité
a mi cantón y hasta vino compré porque me interesaba un chingo la morra, pero
cuando llegó lo primero que vi fue su anillo de bodas. Me saqué de onda bien
cabrón, pero ella me dijo al oído “no podré ser tu esposa pero si tu mujer… si
todavía quieres”, mientras se bajaba por los chescos. Apenas sentí las lamidas
de su lengua golosa chuparme la cabezona, me prendí como loco y me dije que si bien
no tenía novia, me acababa de conseguir a una puta.