Los brincos cachondos de la tetona de mi vecina cachonda mientras cabalga en mi estaca.

Nunca pensé que una hermosa chichona como la vecina se pusiera
jariosa cuando me veía. Pero la verdad es que, sin saberlo, los dos nos
sentíamos atraídos sexualmente, el uno hacia el otro, aunque ambos estemos
casados. Cuando mi esposa rotaba turnos en el hospital, yo me dedicaba a espiar
a la vecina a través de la ventana, sin saber que los vestiditos cortitos y las
blusas casi transparentes que se ponía eran para ponerme bien erecto porque
ella sabía que yo la observaba, deseando lamer esas chichotas y sentir lo
calientito y mojadito de su panocha rebotando en mi reata, apretándome mientras
mis manos acariciaban y apretaban sus nalgas mientras mi estaca se clavaba
hasta los huevos dentro de su cuerpo cachondo y lleno de pasión.