Me llevé a mi morra al cerro de la Estrella y acabé chingándomela al aire libre.
Mi morra es de esas viejas intensas que se sienten muy
ecológicas y aman la naturaleza, no comen carne y esas mamadas, la neta es que
si le sigo el juego es porque no me he aburrido de esas enormes nalgotas sabrosas
que se carga y que suenan bien chido cuando reboto mis huevos en contra de
ellas mientras le ensarto el pito sin misericordia. Así que cuando me pidió que
me la llevara de campamento acepté y jalamos para allá, pero tal como lo
esperaba, no tardamos mucho en aburrirnos y empecé a jugar con ella chupándole
las tetas y metiéndole un dedo y aunque decía que tenía miedo de que nos vieran
pudo más la comezón de su panocha porque acabó rogándome que la cogiera ahí
mero.
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